Una de las principales características de mi genética es mi voraz curiosidad. Sé que esa genética se las he trasmitido a mis hijas. La menor de ellas, a la tarde temprano, cuando regresaba del trabajo me preguntó, papi… ¿Quién es Slenderman…Fue como si un misil impactara entre mi pecho y mi cerebro. Amo a mis hijas. Me hacen permanecer feliz y vivo, alerta y amoroso. Su curiosidad innata es mi curiosidad innata. La mayor de mis herencias.
¿Quién es Slenderman, preguntó? Who is slender man?
Mi hija es muy pequeña para entender la complejidad del mundo, pero ya se imagina cómo es.
¿Quién es Slenderman para ti?, hada.
Aren t daddy! A slender man without eyes or mouth.
Eso mismo una ficción. Un hombre sin ojos no ve. Sin boca no se alimenta. Slender Man es una ficción de terror. Lo contrario a las ficciones de Disney. Más cercana a las historias de los hermanos Grimm que tanto te gustan. Sonrió. Y continuó con otra ask-solicitude.
Read me Der Rattenfänger von Hameln.
Perfecto, hada. Pero…¿Quién es Slenderman… ?
Una nena tenía un dibujo de él: delgado, sin rostro, vestido de negro y con tentáculos como pulpo gigante. Slender Man es simplemente eso que me explicas, una versión-digital de la fábula alemana del Flautista de Hamelin. Que a su vez es una versión de otra fábula, de otra fábula. No hay nada nuevo en el internet. Solo el reflejo de la enorme capacidad de asombro e imaginación de la humanidad. Todo reciclado. Una y otra vez.
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La pregunta de mi hija me hizo recordar viejos debates surgidos de la masacre de la Escuela Secundaria de Columbine en Colorado, Estados Unidos. Sus responsables, Eric Harris y Dylan Klebold, habían escuchado poco antes de asesinar a sus amigos al cantante Marilyn Manson. Pronto los medios le echaron la culpa a la música de Manson. Algo irresponsable.
Michael Moore en su reconocido documental sobre el asesinato le preguntó a Manson sobre lo que les hubiera dicho a los adolescentes asesinos de la Secundaria Columbine, él excéntrico cantante le contestó:
«No hubiera dicho una sola palabra. Más bien, me hubiera gustado escuchar lo que tenían que decir y eso es lo que nadie hizo»
La respuesta de Manson lo dice casi todo: la sociedad estadounidense -y contemporánea en general- es especialista en la búsqueda de enemigos y chivos expiatorios externos en vez de aceptar y afrontar sus problemáticas sociales e individuales. Es un hecho que América ama las armas y la violencia, tiene un gusto enfermizo por la pólvora y por lo salvaje, por la competencia, la rentabilidad, la riqueza. La soledad en la que viven algunos de sus individuos es terrible. Su incansable capacidad de trabajo les impide pasar el tiempo necesario con sus seres queridos, escuchar y hablar. Como dice Manson, si alguien hubiera escuchado a esos niños y niñas quizá hoy no fueran asesinos.
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«El caso de Slender Man» se hizo notorio cuando dos niñas estadounidenses intentaron matar a una amiga en una pijamada. Terminaron apuñalándola 19 veces en un bosque cercano a sus hogares. La victima sobrevivió por milímetros.
Todo en la historia es espeluznante aunque, quizás, lo más turbador sea las razones para el intento de asesinato: ser proxies de Slender Man. Una de las chicas asegura que tiene comunicación con Slenderman a través de sueños; y, que él puede leer su mente y tele-transportarse. El contacto que tenían las niñas con la cultura de Slender Man era por medio del sitio web creepypasta.wikia.com. Un sitio cooperativo para desarrollar ideas mas o menos de terror entre sus usuarios.
Las niñas planeaban matar a su amiga para demostrar su lealtad al Slenderman y después huirían a la mansión de esta criatura en el cercano Parque Nacional Nicolet de Wisconsin.
Slenderman se ha convertido en la representación del miedo y de esas ideas instintivas que nos hacen considerar que no somos nosotros, sino algo más lo que nos roba la vida. Seguramente se trata de algo que nos ata y no nos deja ser libres. Slenderman transformó la manera de lidiar con el dolor de la pérdida, la enfermedad y la soledad de estas niñas hasta el punto de convertirlas en potenciales asesinas, pero también representa la homogenización y pérdida de individualidad de amplios sectores en sociedades cada vez más alejadas de los individuos y su psicología para encerrarlos en meta-construcciones económicas, políticas, ideológicas o religiosas. No es de extrañar que Slender Man sea un hombre sin rostro. Y, no sólo por su nulo rostro, o el vacío de su personalidad, sino por el fenómeno que provocó.
¿Acaso nos transformamos en seres que sólo digieren la información sin analizar lo que hay detrás? Cientos de noticias virales circulan sin un atisbo de certidumbre o veracidad. No nos preocupamos siquiera por abrir un enlace y nos guiamos por lo que nuestros amigos o colegas saben al respecto. Y cuando se trata de ignorancia, ante el cúmulo de información que existe, tal vez el ejemplo de las niñas que intentaron matar a su amiga por creer en Slenderman, sea el punto para considerar lo irracionales que somos, la disfuncionalidad de las familias y nuestras sociedades post-modernas y globales. Desvirtuada la percepción, un recuerdo desconcertante de cómo Internet, al igual que el revolucionario invento de Johannes Gutenberg, puede ofrecer herramientas poderosas a los individuos de escasa capacidad de empatía y nulo comportamiento ético.
En un reciente filme documental para la cadena HBO la realizadora Irene Taylor Brodsky nos expone el caso con todos sus detalles, con sus protagonistas, sus víctimas y victimarias, las niñas, sus padres, las autoridades policiales, expertos, maestros, escenas de la presentación en los tribunales. Todo el que estuvo directamente relacionado con el intento de homicidio el 31 de mayo de 2014 en Waukesha, Wisconsin, en las cercanías del Parque Nacional Nicolet.
Lo primero que uno puede concluir como espectador al escuchar los pormenores de la historia es que los principales responsables son y fueron los padres de las adolescentes, por no escuchar a sus hijas. El amor a veces no basta. Uno tiene que afinar los cinco sentidos. Escuchar. Observar. Estar en alerta constante.
El padre de Morgan Geyser padecía esquizofrenia desde su adolescencia, enfermedad que bien diagnosticada y medicada permite a los que la padecen llevar una vida social y personal estable aun dentro de los límites de un padecimiento tan devastador. Para sobrellevarla el apoyo familiar es esencial. En el caso de Morgan sus padres no hicieron nada por ayudar a su propia hija la cual desde los tres años padecía evidentes síntomas de la enfermedad.
Los primeros responsables de la salud física y mental de los niños y adolescentes somos nosotros, sus padres. Que crezcan sanos y se fortalezcan de carácter y sentimientos para que puedan enfrentar la variedad de la vida es nuestra responsabilidad. Que sean felices en un ambiente sano y saludable, de amor y confianza. Es nuestra responsabilidad. Escucharlos es mucho mejor que imponerles o castigarles.
Pero definitivamente, hada… ¿Qué o quién es “Slender Man”?
Para los que no estén muy enterados, Slender Man es una criatura resbaladiza que ha ganado fama en la cultura pop estadounidense. Se le describe con frecuencia como una criatura humanoide alargada que se roba a los niños, una especie de roba-chicos sobrenatural. Según Slate, el origen de Slender Man es ubicable. Fue en junio del 2009 que un aspirante a maestro de escuela llamado Eric Knudsen publicó dos fotografías en blanco y negro en un foro web llamado Something Awful con el pseudónimo Victor Surge. En una foto aparecía una figura alargada al acecho de una tropa de niños en un parque infantil. Pronto la mitología explotó y todo el mundo reportaba haber visto a Slender Man. Y aunque ha variado mucho lo que se dice de él, parece que hay elementos que permanecen, por ejemplo, tiene la habilidad de cambiar de forma y cuando lo ves, te obliga a mantener la vista fija en él (además, a medida que lo busques y sigas en su caza, todo comenzará a volverse peor para ti).
«La mayoría de la gente que ve Hannibal no se convierte en asesina». Esta es una cita de los administradores de la wiki creepypasta… y tienen razón. Así como cuando ves al Guasón en Batman no te conviertes en un sociópata. No vas al teatro a ver Hamlet y terminas siendo un parricida. Pensamientos así son tan ridículos como pensar que por ver a Pikachu en la tele todos los días y jugar en el iPhone nos podemos convertir en un pokemon.
Lo que uno hace con lo que ve es su responsabilidad y siempre se puede responder de manera distinta a la que se espera.
La censura de las caricaturas violentas, los videojuegos, la música, la pornografía, etcétera, no quitará los males sociales del mundo o de los individuos. Que un niño o niña quiera imitar a un asesino o a un monstruo de la TV o internet habla más de nosotros como sociedad que del producto cultural en cuestión, o dice más de las dinámicas disfuncionales de las familias o de la salud mental del sujeto, que de sus gustos o preferencias estéticas. Son efecto no causa. Existe un interesante debate académico sobre el asunto. Los medios reproducen la violencia de la sociedad, no la producen.
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Como sociedades e individuos nos encanta prohibir y censurar antes de hacernos responsables o de entender las causas complejas de nuestros problemas individuales y sociales.
Un ejemplo, los problemas económicos. Cada vez que hay una crisis lo primero que se hace es echar la culpa a un sector: los nazis culparon a los judíos, los europeos culpan a los inmigrantes del Magreb, los estadounidenses a los mexicanos ilegales, los mexicanos a los centroamericanos ilegales, los cubanos a los estadounidenses, etcétera. Es más fácil decirle a la gente que no hay trabajo por culpa de un sector de la compleja vida social o económica que arreglar la economía y admitir que la culpa en ocasiones es de un aliado y no de un enemigo.
Pero ni el racismo va a solucionar la economía en crisis, ni censurar una página o prohibir a los niños ver historias de terror como las de Slender o Hamelin va a terminar con los asesinos en el mundo. Ni negarle a mi hija que en el internet existe una ficción llamada Slender Man, como otros miles de millones de imbéciles y unos pocos genios, hombres malos y hombres buenos, amor y odio, como reflejo de la vida.