Rostro de la paciencia.

Rostro de la paciencia. Que descubre las brisas de los sagrados pasadizos. El rostro de la espera que encierra todo momento de quietud, el tenue segundo que está por llegar, las máscaras de los rostros que nunca fueron como aquellas espigas de azucenas o aquellas carretas semejantes a agujeros de aguas o mares violetas tiradas por dioses polvorientos. Viento salvaje. Recorre la colina que se asemeja a tus caderas desde hace largo tiempo erosionadas por las rocas y los elementos que conforman mis manos, mi savia, mis huracanes en sucesivas avalanchas. Algunas veces puedo sentir como se mueve un grano de polvo estelar tan profundo en tus manos para luego desaparecer en la gastada paciencia de los mapas o en la memoria de la chica que ya anciana recuerda a su hijo prodigo en un camino olvidado. Pero estas tú en el mundo.

Degustando el dulce néctar de los insectos en la negra selva. Haces un gesto con los labios como de apóstol traidor. Y, sólo me das amor. Sólo quiero amor. Un amor que se encierra soberano en el misterio de las runas, de las calles que se curvan cuando en el pavimento aparece el sagrado signo de los misterios. El silencio de la flor del loto que se desfigura en mil avatares de Gautama. En la esquina del derrumbe ancestral donde se derrama tú orgasmo sobre mí cuerpo despreocupado como derrama la sagrada leche albina la serpiente emplumada. Me entretengo entonces en contar los golpes de tu respiración, un indefinido ciclo de unicornios estrellan entre si sus cuernos añiles.

Degustar sabores salobres con la arena de tus labios. Destapar de a poco el telón de mimbre que cubren tus radares, no tengas miedo, vamos a colonizar aquellas invisibles naves de Orión que se esconden detrás de Acuario, vamos a conquistarlas una a una. Conquistarlas e incendiarlas. Sembrar. Segar, sembrar, segar… la cara oculta de aquella luna congelada. Separar en sus profundidades lo vivo de lo muerto para dilatar tus pezones como se dilata el espacio en el tiempo. Para contraer tú piel como si se tratase de una enorme cortina que contenga todos los ríos de todas las galaxias. Una blanca reina puta cuando la noche termine.

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