Nela

 Heaven’s On Fire

Con los años, o la falta de práctica, he olvidado mis habilidades genéticas para el dibujo y la pintura. Sin embargo en ocasiones oportunas recuerdo aquella mi temprana infancia cuando pasaba horas y horas dibujando, pintando y coloreando, como hoy hacen nuestros hijos con Facebook o Instagram, yo solía hacerlo a solas, sentado sobre el piso de granito de casa, con lápiz de colores, tinta china, o acuarelas suavizadas con claras de huevo y acetato, el objetivo era inconmensurable: inventarme mi propio universo. Aun hoy lo suelo intentar -a veces, por instinto, otras veces, por placer- aunque tristemente lo reconozco perdí aquel toque de inocencia infantil tan necesario para crear. Aquel asombro innato de los niños que es el alma de cada creador. De cada pintor. De cada poeta. La vida te endurece.

No obstante continuo siendo un hombre visual, veo el mundo en colores, en tonos de azules, naranjas y grises. Observo contrastes en los cielos y los números, en las palabras tonos y contornos. Todos esos detalles conforman mi personal formato visual.

Hoy recordé aquellos días de pintor ilustrador dibujante, al escuchar el CD con los grandes éxitos de KISS. Resulta que la portada del disco compacto contiene una reproducción de los rostros maquillados de sus cuatro integrantes originales Gene Simmons, Paul Stanley, Ace Frehley y Peter Criss, esos rostros maquillados eran mis pinturas favoritas, los dibujaba en serie. Como Picasso. Como Dalí.

Esos rostros me recordaron de inmediato aquella mi primera adolescencia cuando mis habilidades visuales me permitieron convertirme en uno de los primeros “cuentapropistas” o “emprendedores” en Cuba en una época cuando el trabajo por cuenta propia o los negocios privados, el lucro y la plusvalía, eran vistos como un tumor maligno, un cáncer del imperialismo yanqui, nórdico o japonés, un vestigio del pasado al que los hombres nuevos -un servidor en éste caso- deberíamos erradicar del presente y del futuro de la humanidad…por siempre. Pero la historia no solo es patética y pitagórica, sino que tiene la sutil constancia de la dialéctica. O del eteno retorno nos aclararía un postmoderno y playboy Pitágoras.

Psycho Circus

Resulta que mis amigos y compañeros de preuniversitario durante nuestras escuelas al campo y conociendo de mis innatas habilidades pictóricas me solicitaban les adornara y coloreara sus pulcras camisas blancas con caratulas de discos, chicas semidesnudas, simbología hippie o jeroglíficos egipcios o mayas…o los rostros de KISS.

La escuela al campo resultaba un nirvana creativo, una liberación. Escriben los pedagogos que el trabajo educa, al igual que los nazis vociferaban que el trabajo os hará libres. Es posible. De la incierta verdad y de las escuelas al campo aprendí que el arte, las palabras y los algoritmos, la educación y los inmensos valles del Éufrates o el Nilo, o en su defecto el habanero y sucio margen del Almendares, si te liberan. Del trabajo tengo mis dudas razonables.

Entonces la escuela al campo resultaba ser una experiencia liberadora, ni escuela, ni trabajo. Lo que te permitía permanecer por cuarenta y cinco días al año lejos de la autoridad paternal o de los sucios muros citadinos, de los manuales y las cartillas. Contacto con la naturaleza, esencia de vida.

Podías experimentar con el sexo, el alcohol, el hambre, la nostalgia, los colores, el rock. Artemisa o Sandino eran nuestro Woodstock o Monterrey. Una experiencia liberadora. Especie de epifanía dadaísta que te permitía dibujarles a mi antojo sus camisetas. A cambio les cobraba en especies, pues estar en medio del campo y sin dinero, funcionaba como un regreso a la edad de bronce, mis ganancias consistían en una lata de leche condensada, un jugo de manzana búlgaro envasado en una botella tan horrible que daba asco pegarle los labios, latas de pollo a la jardinera o ajíes rellenos con picadillo yugoslavo   -o sería picadillo serbio ¿no recuerdo?… lo que si recuerdo es que su textura y sabor se asemejaba a la diarrea mental de Tito o… ¿sería la mierda del camarada Beria? En el mejor de los casos alguna chica después de dibujarle el rostro de Morrison o al dios Seteh sobre el pecho me regalaba un beso o si estaba de mucha suerte me mostraba en los atardeceres de invierno sus pequeños pezones rosados como las ciruelas o el café que solíamos recolectar de los campos cubanos.

I was made for loving you

KISS no se escuchaba en la radio. KISS no se veía en la TV. Sin embargo miles de miles de mis compatriotas generacionales eran fanáticos a la excéntrica y mediocre banda norteamericana. Discutíamos hasta altas horas de la madrugada para defender nuestras preferencias: Kiss, AC/DC, Deep Purple, Led Zeppelin. Estaban los que dictaban catedra de censores y enjuiciaban si el signo de las “ss” era o no de ascendencia hitleriana, o aria, en fin una desviación ideológica.

Yo siempre los consideré un grupo más de chicos intentando pasarla bien. A las cuatro de la madrugada todos terminábamos cantando el pegajoso coro de “I was made for loving you” para finalmente irnos a dormir, enamorados y libres. Y, en mi caso personal, junto a los besos de mi dura y bella chica, mi bien ganada lata de leche condensada “Nela”.

2 opiniones en “Nela”

  1. La Nela de ahora es agua, nada comparable a aquélla que mencionas, fíjate que no se puede hacer «fanguito» con ella, en su defecto…te venden otra hecha fanguito…pero no sabe igual.

    Me encantaba la escuela al campo…a pesar del hambre y el sol.

    Besos!

  2. Lamentablemente, -y no me da pena decirlo, ¿debería eh? – soy un KISS ingorante, los conozco porque es obligado saber quiénes fueron. Solo sé que el opening de Rockanroleando es un tema de ellos jaja.. shame on me! 😀

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