Cada vez que terminó de leer algún libro de Stanisław Lem recuerdo las últimas líneas de su novela “Solaris”:
“Yo no tenía ninguna esperanza, y sin embargo vivía de esperanzas; desde que ella había desaparecido, no me quedaba otra cosa. No sabía qué descubrimientos, qué burlas, qué torturas me aguardaban aún. No sabía nada, y me empecinaba en creer que el tiempo de los milagros crueles aún no había terminado”.
El polaco Stanisław Lem tiene ese sentido fanático entre lo ridículo y lo filosófico. Esa pequeña ventana a la eternidad, a las máscaras de la existencia, a la risa reflexiva de los adolescentes, la infinitud del tiempo. Sus libros intentan desde la ¿ciencia? ficción comprender lo que sucede con la condición humana, sus (im)posibles esperanzas y por supuesto la final certeza de no saber nada. Lem sonríe.
Lo mismo me ocurre con la lectura de “Mascaras”. Todos sus libros son ese reflejo condicionado de la mente, explicación coherente de ese “tiempo de los milagros crueles”. Y, siempre, al final… la ausencia o la presencia de Ella.
Cuando ví el filme ruso de 1972 no me gustó nunca, era yo muy pequeño y esperaba fuera como una Guerra de las Galaxias rusa. Tremenda decepción! Creo que por eso no le presté atención a la versión norteamericana del 2002. Pero luego leí la novela de Stanisław Lem y de verdad que me gustó. Una obra maravillosa sobre lo que significa ser humano.
Saludos desde Zoolook.cubava.cu