El hombre engendra las ideas, pero éstas adquieren rápidamente autonomía.
Ordenan, exigen, despliegan una energía fabulosa. María J. Regnasco interpreta la función crítica de la filosofía como la tarea de desocultamiento del proceso de producción histórico y social de aquellos conceptos que, como «núcleos sacralizados», sostienen la dinámica de una época.
Estos supuestos no son visibles, pero estructuran lo visible. Se autoinstituyen por un olvido de su propia génesis, por lo que se presentan como «naturales», «obvios», «universales». Se internalizan irreflexivamente a partir de las prácticas sociales, por lo que se resisten a toda crítica. Operan desde la oscuridad, desde el subsuelo de lo transconsciente. Configuran visiones del mundo tan internalizadas que no son puestas en tela de juicio, por lo que su dominio sobre nuestra percepción de la realidad y sobre la praxis social es enorme.
En este sentido, una cosmovisión configura un poder tan importante como el poder político o el militar. El proceso de desocultamiento implica una toma de distancia, no puede realizarse desde el mismo suelo del pensamiento que se somete a crítica. La tarea de desocultamiento implica elevar a la conciencia el momento no consciente que lo constituye. Se trata, en términos de Heidegger, de pensar lo no pensado. Desde el análisis del pensamiento de Platón, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Gadamer, Edgar Morin, entre otros, la presente obra aborda esta tarea.
María J. Regnasco es profesora de Filosofía (Universidad de Buenos Aires). Ha ejercido tareas docentes en la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), en la Universidad Nacional de La Plata, en la Universidad de Belgrano, en la Universidad Tecnológica Nacional y en el Instituto Superior del Profesorado «Joaquín V. González».
Actualmente se desempeña como profesora titular en la Universidad Abierta Interamericana. Es autora de crítica de la razón expansiva (Radiografía de la sociedad tecnológica) (1995), El imperio sin centro (La dinámica del capitalismo global) (2000) y coautora de La vocación filosófica (1996), La arzón y el minotauro (1998), Mujeres fuera de quicio (Filosofía, arte y literatura de mujeres extraordinarias (2000). Ha colaborado en Breve diccionario de pensadores contemporáneos (1996) y escrito numerosos artículos sobre filosofía contemporánea para revistas nacionales y extranjeras.