Así comienza el artículo “How Martin Luther Paved the way to Donald Trump” escrito por Michael Massing, para la revista The Nation, correspondiente a marzo del 2018, escribe en el primer párrafo…
The support of white evangelicals for Donald Trump continues to exasperate and perplex. About 80 percent of them voted for him in 2016—the most recorded for a Republican candidate since 2000—and his approval rating among them remains high. In June, some 1,000 evangelical pastors plan to meet the president, both to “celebrate” his accomplishments (as one leading pastor put it) and to rally Christians for the midterm elections. Neither Trump’s relations with Stormy Daniels, nor his endorsement of alleged sexual abuser Roy Moore, nor his reference to “shithole” countries, nor his toxic tweets, recurrent racism, or general crudity have proved a deterrent to most conservative Christians—to the dismay of many commentators.
Martin Lutero, Actriz Porno, Tele Evangélicos, Sexo, pedofilia, racismo, xenofobia, dinero y poder, mucho poder. Algo huele a podrido, decía Shakespeare…Tampoco hay que ser esquizofrénico para desconocer las tramas entre el poder, el dinero, la sexualidad y las religiones solo tienes que dar un vistazo a la Historia. O escuchar un par de noticieros de Fox News para desvelar las relaciones entre Donald y los evangélicos en norteamericana.
Y, si, Hamlet tiene razones que las razones desconocen pues huele mal, muy mal, tanto en la ficción de Dinamarca como la realidad de Washington.
¿Es también la religión parte de un show o realmente hay una opción religiosa en la “visión” del mundo de Donald Trump? Esa es la pregunta que uno se hace cuando termina de leer el artículo de The Nation.
Creo tiene mucho que ver con el show también con los peores vicios de la política y por supuesto los políticos. La derecha evangélica así lo entiende y han defendido a Trump en público, y en oraciones.
Robert Jefress, pastor evangélico y miembro de la Junta Evangélica Asesora del presidente de los Estados Unidos. Dijo públicamente que era “totalmente irrelevante, que Trump haya podido mantener relaciones sexuales con la actriz porno Stormy Daniels, cuando aún estaba casado. “los evangélicos saben que no están comprometiendo sus creencias apoyando a este gran presidente”, escribió Jefress.
En Estados Unidos, la religión no solo está muy extendida sino que tiene una variedad inmensa: hay aproximadamente un 71% de cristianos, 6% de confesiones no cristianas —entre las que se incluyen un 2% de judíos y casi el 1% de musulmanes— y un 23% que no está adscrito a ninguna religión. De ese gran grupo de cristianos, el 25% son protestantes evangélicos, 21% son católicos, 15% son protestantes tradicionales y 6,5% son protestantes de congregaciones históricamente negras. Y está también el 1,6% que forman los mormones. Es decir, casi el 50% de los estadounidenses se consideran protestantes, y la mitad de ellos, evangélicos. Un habitante de cada cuatro representa una franja muy amplia, que se extiende por todo el país. Para complicar todavía más las cosas, muchas de las distintas confesiones protestantes —baptistas, metodistas, luteranos, presbiterianos— incluyen una mezcla de versiones evangélicas, tradicionales y de raíces negras.
Los evangélicos suelen recibir críticas feroces de los protestantes tradicionales, muchos de los cuales adoptan y defienden ideas políticas progresistas y de izquierdas. El activista LGTB y reverendo cristiano Brandan Robertson ha resumido así la conclusión que puede extraerse de la historia del evangelismo: “Se diría que apoyar a hombres poderosos, privilegiados e inmorales es una seña de identidad del movimiento evangélico moderno en Estados Unidos, porque los valores fundamentales que lo sostienen tienen sus raíces y su puntal en el patriarcado”.
Pero Trump no solo tiene una afinidad ideológica y cultural con los evangélicos, sino que ha contado con la ayuda de algunos de sus dirigentes más destacados, como Franklin Graham, hijo de Billy Graham. Stephen Mansfield, autor del libro Choosing Trump, asegura que los blancos evangélicos votaron por Trump porque este consiguió el favor de sus poderosos líderes y estos, a su vez, instaron a sus seguidores a apoyarlo.
Por su parte Peter Wehber en su artículo para New York Times “ Why I Can No Longer Call Myself an Evangelical Republican” se aleja de estos evangélicos y su relación con la administración Trump. Analizando incluso las implicaciones geopolíticas pero también éticas y teológicas del apoyo incondicional a políticas contra los derechos humanos y civiles de los ciudadanos del mundo y de los Estados Unidos. Evangélicos que incluso han apoyado y elegido para el Senado de Alabama a Roy More acusado por nueve mujeres de violaciones incluso siendo estas adolescentes.
Definitivamente los blancos evangélicos son el único grupo demográfico que aprueba lo que ha hecho hasta ahora casi en su totalidad la Administración Trump.
Pero esa aprobación tiene límites. Pew Research publicó los resultados de una encuesta que contrastan con los de otra realizada en febrero de 2017, y, aunque el apoyo ha disminuido en todos los sectores, es llamativo que en febrero apoyaba a Trump el 78% de los evangélicos y ahora solo el 61%. Esa caída de 17 puntos es la mayor de todos los grupos, y un poco mayor que la de los republicanos moderados, cuya aprobación ha bajado 16 puntos y está ahora en el 55%. Según la encuesta, lo que causa más consternación entre sus partidarios es su estilo, en especial su uso de las redes sociales y su comportamiento poco profesional.
Existe otro factor tal vez más significativo, que es que la composición religiosa de Estados Unidos está cambiando, según el informe más reciente del Public Religion Research Institute (PRRI). Los jóvenes blancos cristianos —católicos, protestantes tradicionales y evangélicos— están dejando sus iglesias, por lo que la edad media de los fieles envejece. Hasta ahora, el ejercicio de una política identitaria para blancos le ha sido útil a Trump, pero los republicanos van a tener que ensanchar sus bases, porque el país es cada vez menos blanco y menos cristiano.
Esta nueva elección demuestra, además, que se lo van a tener que pensar dos veces antes de permitir las candidaturas de depredadores sexuales bajo el paraguas del partido. El escenario de toda la vida, en el que podían contar con suficientes votantes dispuestos a votar con la nariz tapada por cualquier viejo conservador blanco que les pusieran delante, tiene los días contados.