
La crtica no es unanime con el nuevo filme del aclamado director Paolo Sorrentino ( ganador del Oscar por La gran belleza y autor de películas como La juventud, Il Divo y del fenómeno televisivo ‘The Young Pope’) para acercarse a la extravagante y polémica figura de Silvio Berlusconi.
Toni Servillo, ganador del premio Donatello por La gran belleza y protagonista de Viva la libertad o Il Divo entre otras, interpreta a un Silvio Berlusconi en plena decadencia, al comienzo de su declive en el año 2000 y cada vez más acorralado por las historias sobre sus peculiar forma de vida y sus turbias conexiones con la mafia. Completan el reparto Elena Sofia Ricci (Tenía algo que deciros), Ricardo Scamarcio (John Wick: Pacto de sangre), Kasia Smutniak (Perfetti sconosciuti), Fabrizio Bentivoglio (El capital humano) y Anna Bonaiuto (El cartero y Pablo Neruda) entre otros. ”
Silvio Berlusconi (Toni Servillo) se encuentra en el momento más complicado de su carrera política, recién salido del gobierno y con las acusaciones de corrupción y de sus conexiones con la mafia a punto de llegar a los juzgados. Sergio Morra (Riccardo Scamarcio) es un atractivo hombre hecho a sí mismo que sueña con dar el salto de sus cuestionables negocios de provincia a escala internacional. El camino más rápido para conseguirlo es acercarse a Silvio, el hombre más poderoso de Italia. Para Sergio solo hay una manera de llamar la atención de Il Cavaliere: las fiestas, las velinas, las extravagancias y el exceso.
‘Silvio (y los otros)’ me recuerda igual que otro cinefilo -gusto por el exceso y el desenfreno- al Martin Scorsese del ‘El lobo de Wall Street’.
«Una deconstrucción del «monstruo» caricaturesca y grotesca del poder absoluto que corrompe absolutamente (Aron dixit) objeto central del filme sobre el infame Silvio Berlusconi, imperio heredado de Benito, grandilocuente y fascista, de la sordidez y la mala praxis política.
«En Silvio (y los otros) —montaje internacional de lo que originalmente es un díptico: Loro y Loro 2—, Paolo Sorrentino recupera el himno y reconstruye, a su particular manera, un vídeo electoral, pero lo que transmiten sus imágenes, bajo el subrayado de que todo es una supuesta sátira feroz, no es lo mismo que transmitía la película de Gandini: palpita una extraña fascinación por ese imaginario hipersexualizado de velinas loando al amado líder.»
La seduccion de la videocracia.
https://elpais.com/cultura/2019/01/02/actualidad/1546454815_544059.html