Cómo nos convertimos en es(t)o. Años y Años.

Después de «Chernóbil” o «Black Mirror» llega «Years and Years» y uno se va acostumbrando a que las series de TV alcancen cotas artísticas comparables al cine o al teatro, a la baja… Para bien, o para mal,  la televisión siempre es un estigma entre críticos o publico, creyentes que el auditorio que ve la TV noche a noche en el sofá de casa comiendo palomitas de maíz es estúpido o banal; como lo es hablar con la tostadora o la propia TV inteligente. (Si ven la serie comprenderán lo que escribo).

La filosofía de “Years and Years” fue definida por un crítico millenial: “Anda a molestar a otro lado con tus certezas, no te queremos aquí”.

La serie es una paella televisiva  para aquellos nacidos digitales que aborrecen las certezas de sus padres y abuelos. El orbe hoy carece de certezas, se niega incluso que la Tierra sea esférica, y lo peor, se lo creen millones. Toda opinión tiene al menos dos creyentes.

Ese es el trasfondo de la nueva miniserie de HBO/BBC creada por Rusell T. Davies (“Doctor Who”, “Queer as Folk”). Una saga familiar británica mezclada con catástrofes económicas, avance de la extrema derecha, políticos corruptos, sobrepoblación, inmigración descontrolada, marginación de minorías, pobreza media, transhumanismo, apatía emocional y psicologica, crisis ecológicas…

Ambientada entre 2020 y 2030 la serie puede ser vista como una epilogo a la decepciónate última temporada de “Black Mirror”.

Gracias a la estupidez de internet, y sus redes sociales, gana fama Viviane Rook, una política que está lejos de tener las aptitudes, pero con ayuda del manejo comunicacional, las falacias ad populum como el peligro que corren los niños, y la victimización por ser mujer, gana adeptos, principalmente una masa acrítica fácil de encandilar. Todos de una nueva clase media pobre y mediocre.

Para resumir una historia presumible, digamos que cada uno representa y actúa en un sector diferente, conectado y problemático de la cultura contemporánea, la serie se construye como una ficción más especulativa que reflexiva en la cual la situación política de ahora en occidente –Trump, Brexit, calentamiento global, dominación de la tecnología, etc– va degenerando cada vez más hacia una cultura totalitaria, cercana a la distopica futurista de un Huxley u Orwell que ya vimos ahora y en el pasado. Y hemos visto en tantos libros y películas de ciencia ficción, pero puesta en escena un contexto familiar británico.

Estos son tiempos de distopías que enganchan como un opiáceo de Purdue Pharma Inc. o una  cuenta de Facebook. Al final la serie es una sátira de humor negro que retrata la sociedad del año 2028 en la que todas las tendencias más preocupantes y grotescas del 2019 se han acelerado de forma vertiginosa.

La primera ministra británica –interpretada por Emma Thompson– ha creado una red de campos de concentración para los inmigrantes, conocidos como unidades Erstwhile (Otrora, en español). “Deberíamos estar orgullosos de ser el país que inventó los campos de concentración” anuncia en referencia a la supresión de la revolución de los bóer en la guerra de Suráfrica de 1899-1902. “Antes me aburría la política”, comenta uno de los protagonistas de la serie. “¡Cuánto echo de menos aquellos tiempos!”, se lamenta.

Leo en alguna parte:

Imagino que una época más «sana» que la nuestra estaría haciendo teleseries sobre un nuevo mundo basado en sistemas locales de producción de alimentos, energías renovables, transporte público,  ciudades sostenibles, la redistribución de la renta. Intentaría convertir una utopía tan revolucionaria como News from Nowhere de William Morris o Utopía de Tomás Moro en materia de audiencia de prime time. Lo hizo muy bien Ursula Leguin en The dispossessed. Pero, en este momento de capitalismo tardío, la atracción fatal de la distopía resulta más rentable.

Estoy de acuerdo….parecido al cartel promocional o al slogan publicitario: “cómo nos convertimos en eso”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.