¿Sentir? ¡Sienta quien lee!

Todo lo que se necesita para vivir, vivir bien en el sentido de los neo pitagóricos: es una mujer (una familia), un poema, vino, algo de música y ser una persona (pessoa, en lusitano)….de bien, de carnes y tendones.

(Si me casase con la hija de la lavandera
quizá sería feliz).
Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana.
El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio en la bolsa del pantalón?),
ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta).
Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce;
me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo
se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza
y el Dueño de la tabaquería sonríe.

Aquí vemos a Fernando Pessoa en su querida Lisboa, petrificado en bronce. No. No y no. Me niego a ver al poeta en brobce. Pessoa no es piedra, no es bronce; Pessoa es Poesía. Personalidad dividida, como el infinito Atlántico que acaricia Portugal

Dicen que finjo o miento
en todo cuanto escribo. No.
Yo simplemente siento
con la imaginación.
No uso el corazón.

Lo que sueño y lo que me pasa,
lo que me falta o finaliza
es como una terraza
que da a otra cosa todavía.
Esa cosa sí que es linda.

Por eso escribo en medio
de lo que no está en pie,
libre ya desde mi atadura,
serio de lo que no lo es.
¿Sentir? ¡Sienta quien lee!

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